Por Alexis Romero
A veces la
vida es una taza china que se nos cae de la mano y se agrieta. Así nos llega el
secreto hilo de misterio de la vida cotidiana, de nuestra vida diaria. Lo que
creíamos perfecto, completo, suficiente, no era sino el producto de nuestra
voluntad de negar los quiebres. Esto es Misión
Olvido, la novela de María Dueñas.
Es la historia
de una ruptura, en apariencia la ruptura de una relación de pareja, socialmente
estable. Un quiebre que convierte a la memoria en recortes. La tragedia de lo
que vemos compacto en la cotidianidad, pero somos incapaces de advertir los
deslizamientos dolorosos que van descomponiendo los días. Es la construcción de la falsa normalidad: diseñada
para lo perfecto, para la ausencia del error, del hastío…
Es un tributo
a la poética de lo inminente, de lo que llamamos de repente. Los hombres y las
mujeres viven huyendo, evadiendo, ocultando lo real. Se sostienen en
estrategias que les hacen ver que es posible huir de lo imposible: que es lo
mismo que huir de lo posible, de lo ocurrible. Tratan de alcanzar instantes
donde pensar, ver, advertir, percibir, presenciar, constatar no sea posible;
pero fracasan, en esa cruzada son derrotados. La empresa de borrar, enterrar,
hundir y arrasar lo lesionador no es posible desde el olvido, sino desde la
memoria. Es simple la lección: olvidar es un verbo del engaño.
El lector
sucumbe a un presentimiento: huir y olvidar son dos falsos verbos de la
restitución, dos infinitivos del engaño, del drama silencioso del abandono, de
lo que creímos perfecto, pero coagulaba el torrente sanguíneo del otro. Aspira
amanecer con la boca y las manos limpias. Con el estómago vacío, la mente en
orden y el corazón seco: requisitos para estar a salvo. Una forma de pensar en
los amortizados bienes de las emociones, que jamás se convirtieron en
sentimientos y afectos.
Misión Olvido es un
recordatorio de que la memoria es un transporte seguro, un pálpito congelado,
un fotón de milagros, intocables por el poder, la desconfianza en la vida…De
que la vida consiste en una restitución de la memoria. Que ejercer el oficio
del olvido es ejercer el oficio del dolor. Que las sombras del pasado, se
disipan respirando memoria.
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